Vicente el que aprende
Querido nieto:
Todavía me acuerdo cuando una enfermera te traía en brazos para que te conociéramos, eras una cosa diminuta, que en forma silenciosa entrabas en nuestra vida y en mi vida.
Todavía me acuerdo cuando tomaste una manguera en la mano e intentaste mojarnos a todos. ¡Cómo te brillaban los ojos! ¡Cómo reías en un momento de pura alegría!
Todavía me acuerdo cuando intentaba separar tiempo para escribirte un correo todos los días que gracias a tu mamá que te lo leía pues tu no sabías, pudimos comunicarnos. Me acuerdo que con cada nuevo rasgo que adquirías te daba un nuevo nombre y cada uno de ellos reflejaba la maravilla de tu crecimiento. En mis recuerdos trato de retener todas esas palabras de ese correo maravilloso en que tu me perdonabas y decías: Pero no lo vuelvas a hacer.
Todavía me acuerdo de tus experiencias en el kinder y como tuve que intervenir para que ellas no te afectarán negativamente en tu desarrollo emocional.
Han pasado muchos años desde entonces, terminaste el Kinder, la básica, la enseñanza media y la fecha de cumplir tus dieciocho años se acercaba y tú me dijiste que te ibas a ir de casa, no como un acto de rebeldía sino como una etapa más de tu desarrollo. Y me prepare para eso. Pero fui el único, tu madre como una mujer sabia trató de convencerte que estudiaras primero y tú entraste a estudiar psicología. Pero fiel a ti mismo intentaste no ser un alumno normal e hiciste una petición para participar como monitor en un campamento de verano de la iglesia y aceptaron tu petición para participar en uno en el norte de EE.UU.
Tu entusiasmo fue increíble: tuviste que trabajar mucho para juntar plata para tus gastos personales. Me preguntaste si te apoyaba. Yo te dije que sí y superados todos los obstáculos partiste, con un poco de miedo pero con la confianza que en tu corta vida habías adquirido.
Tres semanas y media estuviste allá. Por primera vez en tu vida te transformabas en actor para otros: Estuviste a cargo de niños y preadolescentes. Por primera vez los tuviste que mirar y no solamente convivir con ellos. Espero que de este contacto hayas aprendido muchas cosas y especialmente que tu servicio para otros es importante y le da sentido a tu vida.
Me hubiera gustado mucho que hubieras participado en la última semana con personas casi de tu edad y te hubieras encontrado con hombres y mujeres que han enfrentado las mismas etapas de crecimiento que tú pero que van a arribar de manera diferente a ese ciclo de la vida. Para mi como inspector fue una experiencia alucinante tener a mi cargo a alumnos con los que tenía uno o dos años de diferencia de edad, eso creo que fue determinante para mi experiencia en el primer año en el CACH y el éxito que tuve.
Vicente: Si hay algo que me alegra es que no seas como yo: tienes ideas totalmente diferente a las mías no coincidimos casi en nada y así debe ser, ningún ser humano debería ser una copia de otro. Sin embargo, deseo que tú adquieras algo que yo tengo que creo que es valioso: ser el que no juzga, sino el que comprende y aprende.
Ya no deseo cambiarte de nombre, sino agregar al que tu tienes una corta frase: VICENTE, EL QUE NO JUZGA, EL QUE OBSERVA, COMPRENDE Y APRENDE.
Comentarios
Publicar un comentario