mujeres que aman demasiado
Resumen del libro “MUJERES QUE AMAN DEMASIADO”
Robin Norwood
1) Cuando estar enamorada significa sufrir, vivir en forma conflictuada y siempre estar en dudas acerca de nuestro comportamiento de cómo lo hacemos más feliz, estamos amando demasiado.
2) Cuando nuestra vida gira en torno a él, hablamos acerca de él, nos ocupamos de él, respiramos con el pulmón de él, estamos pendientes de él y nos olvidamos de nosotras mismas, estamos amando demasiado.
3) Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires como problemas debidos a una niñez infeliz o modelos familiares y tratamos de convertirnos en su psicoterapeuta, EAD.
4) Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudaran a él, estamos EAD.
5) Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas, pero las soportamos en la idea de que, si tan solo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, el querría cambiar por nosotras, EAD.
6) Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional, e incluso, quizá, nuestra salud e integridad física, sin duda estamos amando demasiado.
7) A pesar de todo el dolor y la insatisfacción que acarrea, amar demasiado es una experiencia tan común para muchas mujeres que casi creemos que así deben ser las relaciones de pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado aunque sea una vez, y para muchas de nosotras ha sido un tema recurrente en nuestra vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas.
8) Examinaremos a fondo los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame, parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor.
9) Analizaremos porque también, una vez que sabemos que una relación no satisface nuestras necesidades, nos cuesta tanto ponerle fin. Veremos que el amor se convierte en amar demasiado cuando nuestro hombre es inadecuado, desamorado o inaccesible y sin embargo, no podemos dejarlo; de hecho, lo queremos y lo necesitamos aún más. Llegaremos a entender cómo nuestro deseo de amar, nuestra ansia de amor, nuestro amor mismo, se convierte en adicción.
10) “Adicción” es una palabra que asusta. Evoca imágenes de consumidores de heroína que se clavan agujas en los brazos y llevan una vida obviamente autodestructiva. No nos agrada la palabra y no deseamos aplicar el concepto a nuestra forma de relacionarnos con los hombres. Pero muchas de nosotras hemos sido “adictas a los hombres” y, al igual que cualquier otro adicto, necesitamos admitir la seriedad del problema antes de poder empezar a curarnos.
11) Si usted alguna vez se vio obsesionada por un hombre, quizás haya sospechado que la raíz de esta obsesión no era el amor si no el miedo. Quienes amamos en forma obsesiva estamos llenas de miedo: miedo a estar solas, miedo a no ser dignas a no inspirar cariño, miedo a ser ignoradas, abandonadas o destruidas. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el hombre por quien estamos obsesionadas se ocupe de nuestros miedos.
12) Los miedos—y nuestra obsesión—se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se convierte en la fuerza que impulsa nuestra vida. Y como nuestra estrategia no da resultado, tratamos, amamos aún más. Amamos demasiado.
13) Parejas casi siempre provenían de familias con problemas severos, en las cuales habían experimentado tensiones y sufrimientos mayores que los comunes. Al luchar por salir adelante inconscientemente recreaban y revivían aspectos significativos de su niñez.
14) La necesidad de superioridad y sufrimiento que experimentaban en su papel de “salvadoras”
Me clarificaron el increíble poder y la influencia de sus experiencias infantiles sobre sus patrones adultos para relacionarse con los hombres. Ellas tienen algo que decirnos a todas quienes hemos amado demasiado acerca de la razón por la cual hemos desarrollado nuestra predilección por las relaciones problemáticas, como perpetramos nuestros problemas y, lo más importante, como podemos cambiar y mejorar.
15) Las mujeres no son las únicas que aman demasiado. Algunos hombres desarrollan esta obsesión con las relaciones con tanto fervor como podría hacerlo una mujer, sus sentimientos y conductas provienen de la misma dinámica y las mismas experiencias infantiles.
Sin embargo, la mayoría de los hombres que han sido dañados en la niñez no desarrollan una adicción a las relaciones. Debido a una interacción de factores biológicos y culturales, por lo general tratan de protegerse y evitar el dolor mediante objetivos más externos que internos, más impersonales que personales. Tienden a obsesionarse con el trabajo, los deportes o los hobbies, mientras que una mujer, debido a las fuerzas biológicas y culturales que las afectan, tienden a obsesionarse con una relación, tal vez con un hombre así dañado y distante.
16) El propósito es muy específico: "ayudar a reconocer ese hecho a las mujeres que tienen patrones destructivos de relacionarse con los hombres, comprender el origen de esos patrones y obtener las herramientas necesarias para cambiar sus vidas".
17) Todos necesitamos negar lo que nos resulta demasiado doloroso o amenazador para aceptarlo. La negación es un medio natural de autoprotección, que obra en forma automática y espontánea.
18) Cada uno cree que su problema no es tan grave, aún, cuando se compadece de la situación de otras mujeres que, en su opinión, tienen verdaderos problemas.
Una de las ironías de la vida es que las mujeres podemos responder con gran compasión y comprensión a la vida de otros y mostrarnos ciegas por el dolor en nuestra propia vida.
19) Las ayude a cobrar mayor conciencia de la realidad de su situación, pero también las aliente a empezar a cambiarla, reencauzando su afecto, no hacia su obsesión por un hombre, sino hacia su propia recuperación y su propia vida.
20) Necesitará como en todo cambio terapéutico- años de trabajo y nada menos que su dedicación total. No hay atajos para salir del patrón de amar demasiado en el que usted esta atrapada. Es un modelo aprendido a temprana edad y muy bien practicado, y el hecho de abandonarlo será temible, amenazador y un constante desafío.
Dejará de ser una mujer que ama a alguien con una intensidad tal que resulta dolorosa para empezar a ser una mujer que se ama lo suficiente a si misma para evitar el dolor.
21) Vivimos en una sociedad ya versada en el concepto del amor adictivo,
22) Se podría modificar la manera y la cultura de amar aprendiendo así una manera mejor y más sana de establecer relaciones afectivas.
Ayudar para cambiar sus pautas de relación con los hombres.
23) Muchas mujeres de todas las edades siguen siendo, no obstante, tan dependientes, tan sometidas, incluso tan desesperadas en sus relaciones con los hombres.
Esta situación se mantiene, aunque actualmente la mujer disfruta de una libertad mayor que en ningún otro momento de la historia: las restricciones sociales se han distendido en lo referente a las elecciones personales y la expresión; existen más oportunidades igualitarias en educación y en ocupaciones, lo mismo que en las áreas de la concepción y el embarazo.
24) Ya no necesitamos la fuerza física ni el apoyo económico de un hombre para nuestra supervivencia. Pero persiste el problema de amar demasiado. ¿Por qué no está más extendido el reconocimiento de los efectos dañinos de amar demasiado, acoplado a nuestra mayor libertad y nuestras mayores oportunidades de elección, suficientes para terminar con esta conducta?
25) En primer lugar, parte de la respuesta radica en el hecho de que las mujeres estamos programadas, tanto cultural como biológicamente, para amar, sostener, ayudar y consolar a los demás. Cuando lo que hacemos naturalmente no funciona, casi inevitablemente tendemos a hacerlo con más ahínco. Sólo podemos intentarlo con más fuerzas. Terminamos cautivas de un ciclo adictivo.
26) En segundo lugar, identificar o comprender un problema no lo elimina automáticamente. No se lo puede detener ni evitar sólo porque por fin haya sido reconocido como conflicto. Aunque ese reconocimiento sea lo que hace posible su tratamiento, la cantidad de personas que siguen desarrollando adicciones de todo tipo va en aumento.
27) Una indagación en la historia, la personalidad y la conducta del adicto, y los intentos profesionales por modificar esa conducta, no logran, con el tiempo, terminar con la adicción. Pero la práctica cotidiana de pautas espirituales y de principios como los sugeridos por Alcohólicos Anónimos y demás programas de Doce Pasos, sí funciona.
28) A lo largo de nuestra vida, muchos de nosotros hemos podido ver cómo las pautas establecidas para las relaciones afectivas, el amor y el matrimonio, se han modificado, han desaparecido o se han opacado hasta volverse invisibles. Todas las reglas han sido tergiversadas, si no quebradas, y lo que alguna vez fue obligatorio ahora es optativo, o incluso obsoleto. Las relacione sexuales prematrimoniales son el ejemplo más obvio: hasta no hace mucho tiempo consideradas una grave violación de los usos y costumbres de la cultura, en la actualidad son universalmente aceptadas. Más aún, la convivencia anterior al matrimonio, que alguna vez resultó impensable para la sociedad, hoy se considera una investigación de compatibilidad muy práctica, e incluso necesaria. Las consecuencias de este simple cambio están tambaleando, e infinidad de cambios semejantes van a seguir sucediéndose.
29) El dolor que impregna nuestra vida, provocado por nuestras deficientes relaciones afectivas y las ineficaces maneras en que las manejamos, acapara toda nuestra atención.
30) De esta manera, la espiritualidad, como la caridad, empieza por casa cuando aceptamos y nos adueñamos de nuestros defectos, nuestras heridas y las lecciones que no aprendimos, aquellos defectos y fallas que nos incapacitan para vivir y amar plenamente, los puntos ciegos y las acciones erradas que nos meten en problemas una y otra vez.
31) La espiritualidad se vuelve práctica cuando nos ponemos en sintonía, a través de la oración, con un Poder Superior a nosotros, al que le pedimos guía y ayuda para enfrentar los problemas de la vida. Someter la personalidad a ese Poder Superior es la base de la verdadera práctica espiritual, pero muy pocos de nosotros estamos dispuestos a renunciar a nuestro albedrío hasta que nos encontramos enfrentados con un problema que no podemos manejar solos.
32) Sin embargo cuando – a pesar de todos nuestros esfuerzos por sentir, pensar y proceder de modo diferente-, los sentimientos, actitudes y conductas anteriores persisten, el único recurso práctico que nos queda es el espiritual. A medida que pedimos sin cesar guía y apoyo, y los aceptamos, nuestra capacidad para vivir sanamente y amar sabiamente se incrementa.
33) un conjunto de pautas y principios espirituales que me sacaron de la desesperación y la depresión en que me hallaba sumida, y me proporcionaron mi primera experiencia de serenidad, a la vez que terminaron respondiendo mis interrogantes más profundos acerca del significado de mi vida y de mis luchas.
34) Se les enseñó a avanzar más allá de ellas mismas. Tal vez las haya convencido de que debían pedir ayuda a los profesionales adecuados. Pero lo más importante es que habrán aprendido a acercarse a ese Poder Superior que puede hacer por nosotros todo aquellos que nuestros pequeños egos, nuestras personalidades, no pueden hacer: guiarnos, protegernos y curarnos. Les habrá otorgado una espiritualidad muy práctica y personal.
35) Me dijo que no lo presionara o desaparecería.
Me asuste mucho. Todo dependía de mí. Se suponía que debía amarlo y al mismo tiempo dejarlo en paz.
Cuanto más miedo sentía, más lo perseguía
Me decía que había olvidado llamarme, y yo le decía: “como puedes olvidarlo?” . después de todo, yo nunca lo olvidaba.
Entonces empezábamos a hablar de la razón por la que él lo olvidaba, y parecía tener miedo de acercarse a mi, y yo quería ayudarlo a superar eso. Siempre decía que no sabía que quería en su vida, y yo trataba de ayudarlo a aclarar cuales eran las cosas mas importantes para el.
Fue así como Jill adoptó el papel de psiquiatra con Randy, tratando de ayudarle a estar emocionalmente más próximo a ella.
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