análisis literario el sistema educacional adventista III

 ANÁLISIS LITERARIO EL SISTEMA EDUCACIONAL ADVENTISTA III

En el artículo anterior dijimos que una característica básica de la educación adventista era la integración de la enseñanza y educación. En tendemos por enseñanza a cualquier “curso”  de estudio que en algún momento se da por finalizado. Entendemos por educación el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales que se van perfeccionando y adquiriendo distintos sentidos a través de la vida (nos referimos a la “comprensión”, lo procedimental y lo actitudinal en cada uno de ellas)


Antes de continuar adelante quiero estipular algunos aspectos: pretendemos enfrentar cada aspecto de la vida desde una perspectiva cristiana; no soy “objetivo” al “leer” lo que llamamos sistema de educación adventista ya que lo  que aprendí acerca de ella se debe a alrededor de 25 años integrado al segundo tipo de establecimientos educacionales; a lo que pude investigar sobre la historia de los orígenes del sistema educacional adventista y a lo que he ido concluyendo después de mi jubilación y a mi inmenso sentido de admiración y gratitud hacia el sistema completo.


Una de las características importantes del sistema educacional adventista es un sentido de comunidad que permanece en el tiempo: Lo que llamamos Colegio Adventista de Chile en el año 1971, nació en la localidad de Púa en 1906 y sus integrantes incluido personal y alumnos no era en ese tiempo más numeroso que una familia común y corriente y todos hombres y mujeres vivían juntos en una casona ubicada en un predio: comían juntos, dormían juntos (en espacios separados hombres y mujeres pero en el mismo edificio), adoraban juntos (todos tenían la misma fe), estudiaban juntos, trabajaban juntos (en labores de mantención  del edificio, labores domésticas y agrícolas); y la intención primitiva era la automantención a lo que hay que agregar que ese intervalo de tiempo en que como alumnos pertenecían a la institución se estaban preparando no sólo para la vida sino para algo que en ese momento era mucho más importante para servir y en el acto de graduación que se realizaba al egresar de allí eso quedaba muy claro. 

¿Alguien puede pensar que en ese contexto la enseñanza y la educación corrían por carriles separados como ocurre actualmente?


Cuando yo ingresé a esta esta maravillosa institución aunque el sentido de comunidad y pertenencia había cambiado todavía era muy fuerte (de eso hablaremos en el próximo artículo). Mencioné anteriormente que a veces entre los alumnos había una gran diferencia de edad: En la década del sesenta ya los niveles de enseñanza estaban claramente diferenciados y los cursos correspondientes a cada nivel también sin embargo en algunos podía haber una diferencia de edad hasta de 12 años. Mi esposa que fue alumna en ese entonces en esa institución tenía un compañero en esas condiciones y con mucha emoción me contaba que siempre se sintió protegida por él; llegó a ser pastor y ayer estuvimos en su funeral. ¿Qué hermosos recuerdos tendría mi esposa en el momento que estábamos en el cementerio? Los míos eran muy gratos: lo tuve como compañero de trabajo y me admiraba su facilidad para comunicarse con los jóvenes: se había preparado para servir.


Me gustaba en 1971 mirar el frontis del edificio de aulas: AL SERVICIO DE DIOS Y LA HUMANIDAD, decía. Me sentía pequeño ante ese desafío. Para mi El propter deum et humanitatem que lo reemplazó varios años después, no tenía el inmenso y sobrecogedor significado que el primero. LAS COSAS PASAN NOS VAMOS PONIENDO VIEJOS.

Hasta el próximo.

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