Y AHORA ¿QUË? 3
Y AHORA … ¿QUÉ? 3
En este que espero que por mucho tiempo esperamos que sea nuestro último artículo de tendencia claramente política abordaremos dos temas que a falta de mejor título llamaremos la inestabilidad de la gobernanza y angustia mental de los chilenos por miedo al otro.
La gobernanza aparece definida como “el arte de gobernar que se propone como objetivo el logro del desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado económico. Las crisis de gobernanza en Chile empezaron a producirse durante el gobierno de Ricardo Lagos y se han mantenido hasta la fecha, debido al uso de ciertos mecanismos como los sondeos de popularidad que sirven de base para declarar la legitimidad o no del gobierno de turno. El ejemplo mas reciente es el que afecta al gobierno actual que triunfó por una aceptable mayoría, pero como ganó el rechazo, se lo declara, por parte de un sector político, ilegítimo, sin derecho de llevar adelante su programa de gobierno. El hecho de la pérdida de popularidad de los presidentes en ejercicio y el no contar con mayoría parlamentaria durante el transcurso de su mandato es un fenómeno de muy larga data: una frase que le escuche muchas veces a Jorge Alessandri fue: “Esta oposición despiadada no me deja gobernar”. La nueva constitución debe crear mecanismos para preveer estas crisis que perjudican mucho el desarrollo del país. Consideramos que el principal defecto de la constitución del 80 eran las crisis de gobernanza que provocaba y estas eran tan visibles que su rechazo provocó en su momento un gran acuerdo
Otra crisis que se agravó en una inmensa mayoría de los chilenos está relacionada con la forma que procesamos la información que es la responsable de las crisis de pánico que sufren aquellos que en cualquier alteración de las fuerzas y el equilibrio político ven un profundo daño a sus intereses y estilo de vida: existe la convicción en una gran parte de la población que el país lo deben gobernar los buenos y los malos deben ser totalmente excluidos. El problema que identificarlos nunca será resultado de un consenso, la división entre buenos y malos que propuso la constitución del 80 ya no tiene vigencia para una buena parte de la población que en vez de construir puentes de encuentro redefinieron lo bueno y lo malo.
En algún tiempo cuando estudiaba lingüística una mujer postuló como característica para que haya una adecuada comunicación que existiera la buena fe y la confianza en el otro, cosas que en el Chile de hoy no existe entre los que quieren construir un Chile diferente, es por eso que mientras no se acoja al otro en su dignidad, el proceso constituyente no va a pasar de ser una pérdida de tiempo y dinero.
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